Un martes cobarde


En septiembre había conocido a una persona increíble, un alma libre con quien me sentía en confianza y con quien compartía algunos secretos; pero era un ave de paso, solo estuvo algunos días y después debía tomar vuelo nuevamente, nos despedimos con la intención de pasar Navidad juntos en algún lugar de Argentina,aunque con el pasar de los meses el destino cambio a Colombia y finalmente a Chile, cuando estuvimos cerca de la fecha , la economía y las notas depresivas no me llenaban de aliento para viajar, el volvió a cambiar de ciudad una vez más y no me volvió a preguntar si lo quería acompañar, entendí entonces que me había aferrado a una espantosa esperanza.

Una semana antes de Navidad, ya estaba pensando en todas las posibilidades de salir de la ciudad, hasta entonces no había hablado con mi padre en los últimos 4 meses; me sentía bien así, era parte de las decisiones que había tomado; sin embargo inexplicablemente me llamo, para recogerme de la parada de autobús y acompañarme a casa, vale decir que vivía a 200 metros de la casa de su familia y que en los últimos 7 años el nunca había tenido interés de saber dónde vivía; caminamos la distancia de la estación a casa , que no es más de 300 metros, suficiente para decir lo que necesitábamos, un vago interés en saber mis planes de noche buena pero ninguna iniciativa o invitación para pasarlo juntos; mil veces me repetía que terminar esa frustraste relación padre hija era lo mejor.

No tenía intenciones de volver a pasar Noche Buena con la familia de algún amigo, ya lo había echo antes y me sentía súper rara.

Había descartado la posibilidad de llamar a mi madre , sabia que siempre tenía un trabajo durante ese día por lo cual no estaría en la ciudad, y mis hermanos la pasarían en casa de mis tíos con mi abuela, otro plan descartado pues no me genera una afinidad auténtica, obviamente mi abuela es la adoración de mi vida, pero el ambiente no era el más propicio para pasar otra Navidad en esa parte de la ciudad.

Entonces el plan era este: maratón de netflix, ordenar pizza, terminar con la cerveza de la refri, vomitar hasta sentirme miserable y dormir sin tener en que pensar... el plan tenía buena pinta, había estado usando cierta aplicación para conocer personas en las últimas semanas, así que quien estaría demasiado loco para pasar noche buenas con un desconocido: aquí mi gemelo con pocas neuronas otras vez, yo! Quien más?

Tenía alguna conversación en el chat que implicaba conocer a un extraño el día de noche buena, pensé que era broma y pensé que era bastante patético hacerlo (si alguna vez lees esto, perdón, ya sabes cómo pienso), pero luego de pensarlo un poco y después de cancelarle dos citas durante la semana dije que si.

Así que lo conocí, el día más deprimente del año era el momento más oportuno para conocerlo...

El ambiente era fúnebre, me refiero la gente estaba feliz, todos en casa y nosotros éramos dos tristes gatos andando por la calle más turística en busca de algún bar para conversar; después de la primera cerveza nos sentimos en confianza: vamos a buscar un nuevo bar, vamos a emborracharnos un poco? Pues vamos!

Otro bar y unas cervezas más, y la idea de preparar una pseudo cena de Navidad para dos? La ironía funciona muy bien cuando increíblemente y a pesar de las estadísticas logras encontrar alguien con tu mismo sentido del humor. Nos fuimos al super y luego de tomar algún vino, champagne, alguna comida PRE cocinada y frutas partimos a su casa a preparar nuestra agradable cena navideña.

Mientras preparábamos todo me tomo algunas fotos, era un momento memorable, yo también tome fotos en el super cuando estaba bastante desprevenido porque me parece el mejor momento.

Nos divertimos, a pesar de que después tuvimos un tormentoso dolor de estómago, había valido perderse las chispitas mariposa de la ciudad y el cielo encendido por hacer fuegos artificiales bajo las sábanas, terminar sobre el escritorio y con un orgasmo simultáneo decir con mi estúpida sonrisa :Feliz Navidad!

Para terminar la noche nos fuimos a alguna disco para terminar de sentir lo ridículamente que estaba organizada la vida , una fiesta en un club en Navidad? Tan atípico...

Tenía miedo de quedarme a dormir, siempre es raro quedarse a dormir , nunca sabes si lo correcto es irte de puntitas sin mirar atrás, o esperar a otra ronda de sexo desenfrenado por la mañana, será de los tipos que prefiere dormir con otra persona? O es de los que te follo y no te conozco más?

Pero que aburrida es la vida sin correr riesgos: decidí quedarme... el día siguiente no fue tan malo, placer para despertar y una apuesta para un delicioso desayuno en uno de mis lugares preferidos...

Tuvimos una semana intensa en el trabajo luego de Navidad, lo vi algunos días más antes de ir de viaje por año nuevo, la determinación de la sociedad estaba hecha: un poco de diversión sin involucrarnos más allá de lo físico, dormir juntos no estaba permitido ni desarrollar apegos emocionales ; nos equivocamos...

Hablar de cómo sucedieron las cosas es en vano, prefiero decir como lo supe...

Nos gustaba dormir juntos, y no me refiero al sexo, nos gustaba realmente amanecer al lado del otro; lo había encontrado varias veces contando las pecas de mi espalda, acariciándome el cabello, oliendo mi cuello; era el tipo más duro y frío de esta ciudad, pero la forma en la que me miraba cuando despertábamos juntos me hacía desarrollar lazos que no podía evitar...

Cualquier plan con el me parecía divertido, no importaba si hoy no había sexo, aunque después me molestaba por eso, en el fondo importaba tan poco, porque reír como locos juntos era suficiente para llenar los días, explorar nuevos restaurantes, emborracharnos juntos, pasar el fin de semana contándonos todas las historias tristes y locas de nuestra vida y por dios, compartir el silencio con alguien nunca había sido mas agradable.

El día de la despedida fue el peor de todos, no podía dejar de mirarlo, tomaba fotografías mentales de su estúpida sonrisa y del horrible corte de cabello que llevaba; el desayuno en ropa interior nunca había sabido también, tienes que irte me dijo mientras mi taxi estaba a dos minutos de llegar; nunca había odiado tanto las despedidas, lo besé y me fui, maldita sea, simplemente me fui, debí regresar y besarlo una vez mas, debí haberle abrazado mas fuerte, debí...simplemente debí ...

Hasta ahora converso con el, sin añorar los días felices, sin la esperanza de días nuevos, sin expectativas tal cual lo especificaba en nuestro contrato, simplemente hablamos porque lo extraño, lo extraño de la forma mas bonita, como se extrañan las cosas que te sacan sonrisas ...

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